jueves, 31 de enero de 2008

¿Se debe a la diferencia de sexo?

Hay quienes responderían que la reacción fue diferente por un simple detalle: Carlos es un hombre, y Silvia, una mujer. Los lingüistas creen que los problemas de comunicación en el matrimonio muchas veces se deben a la diferencia de sexo. Libros como You Just Don’t Understand (No comprendes) y Men Are From Mars, Women Are From Venus (Los hombres son de Marte, y las mujeres, de Venus) fomentan la teoría de que los hombres y las mujeres, aunque hablen el mismo idioma, tienen estilos de comunicación diferentes.

Indiscutiblemente, cuando Jehová creó a la mujer a partir del hombre, ella no era solo un modelo ligeramente revisado. El hombre y la mujer fueron ideados de manera exquisita y cuidadosa para complementarse mutuamente en sentido físico, emocional, mental y espiritual. A estas diferencias innatas hay que añadir las complejidades de la crianza y la vida de cada uno, así como el efecto moldeador que ejerce la cultura, el ambiente y el modo que tiene la sociedad de ver lo masculino y lo femenino. Debido a estas influencias se pueden aislar ciertos patrones característicos del modo de comunicarse el hombre y la mujer. Claro está que ni el "hombre típico" ni la "mujer típica" son fáciles de encontrar, y puede que solo existan en las páginas de los libros de psicología.

Las mujeres se caracterizan por su sensibilidad, aunque hay muchos hombres que son extraordinariamente cariñosos en su trato con los demás. Puede que el razonamiento lógico se atribuya más a los hombres; sin embargo, las mujeres muchas veces son de mente aguda y analítica. De modo que aunque resulta imposible decir que un rasgo en particular es exclusivamente masculino o estrictamente femenino, una cosa sí es cierta: el ver los asuntos como los ve otra persona puede marcar la diferencia entre una coexistencia pacífica y una guerra abierta, especialmente en el matrimonio.

La comunicación dentro del matrimonio plantea diariamente una enorme dificultad. Muchos maridos perspicaces atestiguarían que la pregunta engañosamente sencilla: "¿Te gusta mi nuevo peinado?", puede estar repleta de peligros. Cuando su marido se pierde durante un viaje, muchas esposas diplomáticas aprenden a no decir continuamente: "¿Por qué no preguntas a alguien?". En lugar de minimizar las aparentes peculiaridades del cónyuge y aferrarse con obstinación a las propias argumentando "es que soy así", los cónyuges que se aman no se rigen por las apariencias, sino que buscan lo que hay detrás. Eso no significa que cada uno deba estudiar fríamente el estilo de comunicación del otro; más bien, es cuestión de ver con cariño lo que la otra persona siente y piensa.

Tal como cada persona es diferente, también lo es cada unión de dos seres en el vínculo matrimonial. En vista de nuestra naturaleza humana imperfecta, el verdadero acuerdo de dos mentes y dos corazones no se produce por accidente; requiere mucho esfuerzo. Por ejemplo, es muy fácil suponer que los demás ven las cosas igual que nosotros. Con frecuencia satisfacemos las necesidades de otros como nos gustaría que satisficieran las nuestras, tratando quizás de poner en práctica la regla áurea: "Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos". Sin embargo, no quiso decir que lo que usted quiere también debe bastar a los demás, sino que así como a usted le gustaría que otros le dieran lo que usted necesita o desea, usted debería dar a otros lo que ellos necesitan. Esto es fundamental especialmente en el matrimonio, pues ambos cónyuges han hecho el voto de satisfacer las necesidades del otro lo mejor que puedan.

Silvia y Juan hicieron ese voto, y los dos años que llevan casados han sido felices. Sin embargo, aunque piensan que se conocen muy bien, a veces se presentan situaciones que revelan un incipiente problema de comunicación que las buenas intenciones por sí solas no pueden solventar. "El corazón del sabio hace que su boca muestre perspicacia", dice un proverbio sabio. En efecto, la clave está en mostrar perspicacia en la comunicación.

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